Bien: parece que no vamos a recibir subvención por parte de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
Desconozco las razones, sólo sé que los subvencionados han recibido ya sus respectivas notificaciones y nosotros no.
Puede deberse a que la temática del corto no entra en las prioridades de la Región.
Puede deberse a que toquemos temas polémicos: la ciudad, una ciudad, aparece en decadencia, y quizá se desea mostrar algo atractivo desde el punto de vista turístico, el buen rollito que se respira y eso; mostramos también que el agua (para todos) es lo más preciado y escaso y constituye la primera necesidad de nuestros personajes. O que puestos a denunciar, quizá interesa más que se denuncie lo que está lejos que lo que está cerca (lo que, dicho sea de paso, no era en absoluto nuestra intención).
Puede deberse a que el proyecto se aleja de ciertas modas, tendencias o corrientes en curso en determinados círculos.
O puede deberse, simplemente, a que el proyecto no vale, no estaba bien presentado o carece de interés para las personas que tenían que tomar la decisión. O que mi curriculum no ofreza garantías, o que yo mismo carezca de talento.
En todo caso da igual. Los hechos son los hechos, y el hecho es que, a día de hoy, sólo cuento con mis maltrechas costillas y la ayuda desinteresada de amigos y colaboradores para sacar el proyecto adelante.
Los que habéis leído el guión y visto el blog y los que me conocéis sabéis perfectamente lo que trato de expresar con este cortometraje: se trata, como en trabajos anteriores, de poner a los personajes en situaciones extremas, en las que se muestre lo más profundo y básico de sus caracteres, decapando de ellos todo rastro de condicionamientos artificiales. Para ello los sitúo en un paisaje apocalíptico, en el que las cosas más cotidianas para nosotros se convierten en tesoros por los que hay que luchar hasta el final aunque dicho final sea feliz, casi Disney.
Es mi forma de investigar la esencia del ser humano, su sufrimiento y su esperanza. Hay otras formas (historias verídicas de personas que padecen en lejanos confines, pequeñas historias cotidianas de seres comunes, etc.), pero ésta es mi manera natural de expresarme, y no tengo otra. Podría fabricarla, pero no saldría de mis tripas, sino de la parte más analítica de mi mente.
Por otro lado, la elección de proyectos que van a recibir ayuda pública (de la caja común de todos los ciudadanos) tiene algo de arbitraria, tanto si nos beneficia como si no, pero hay que aceptarla por venir de instituciones perfectamente legítimas y a las que se presupone el interés por el bien común. "Fair play" ante todo.
Enhobrabuena a los que hayáis recibido la ayuda, os deseo la mejor de las fortunas con vuestros proyectos.
Claro que podría presentar un producto ganador que cumpla las expectativas de todos los eslabones de la cadena que tiene ese éxito (subvenciones, festivales, premios) como final, pero no sería más que un curro, otro más... y curro ya tengo. Ésto es otra cosa, es una necesidad personal de sacar de dentro unas sensaciones y comunicarlas al mayor número de seres humanos posible sin otro objetivo práctico que el de conseguir que ellos las transformen, en su interior, en emociones.
No me voy a cortar una oreja ni voy a contraer la tuberculosis, pero me rebelo contra poner más limitaciones a mi creatividad que las propias de este difícil medio.
Cuando el público presencia una obra audiovisual, cinematográfica o no, lo hace con el mismo par de ojos y oídos que para cualquier otra que haya visto o vaya a ver en el futuro, sin reparar en lo costosa o complicada que haya sido su producción, y hace bien. Todos lo hacemos. Al público final le da lo mismo si hemos conseguido una subvención o si hemos vendido órganos para pagar la producción, si lo hemos hecho con cierta cámara o en determinado formato, y cualquier consideración al respecto procede de nuestra vanidad y, por tanto, de nuestro ego traidor.
Pero todos sabemos que la expresión por el medio audiovisual es un capricho caro si aspiramos a algo más que contar historietas de mesa camilla. Por eso, en el proyecto que presentamos, se hacía hincapié en la necesidad de la emergente industria audiovisual regional de una conciencia de producción profesional, que incluyera la postproducción como algo natural y necesario, como lo es en cualquier otro lugar en el que el medio sea más maduro, y proponíamos la constitución de un grupo de trabajo completo que interviniese en todas las fases de producción (pre y post incluidas), y gran parte del presupuesto solicitado estaba destinado a la remuneración de los miembros de dicho grupo.
Pues bien: las malas noticias es que no hay un céntimo para los sueldos de ese grupo, ni para alquilar el material necesario para contar la historia como estaba concebida originalmente. Nada de látex por litros para caracterizaciones ni lentillas opacas. Nada de grúa con cabeza caliente. Nada de HD Cinealta en dos unidades. Nada de palio para improvisar un techado en las localizaciones de exteriores. Nada de catering para dar de comer en condiciones al equipo...
Pero no son tan malas noticias porque mi voluntad de sacar el proyecto adelante no ha flaqueado ni lo más mínimo. Antes bien: me he encorajinado.
El proyecto va a cambiar, se va a hacer más modesto y sólo voy a poder usar los medios que tengo a mi alcance: el material que pueda conseguir prestado y mis horas y las de aquellos que estén dispuestos a regalarlas. Pero se va a realizar. Va a ser duro, pero a mí me merece la pena.
Este ese el punto en el que, humildemente, os pido vuestra ayuda. La mayoría de los colaboradores han manifestado su interés en seguir adelante sin el estímulo económico que les supondría haber recibido la subvención. A los que no, no os lo reprocho. Yo mismo soy un profesional, y la principal característica de los profesionales es que cobran por su trabajo. No os lo tendré en cuenta, y en futuros proyectos estaré encantado de daros el dinero que os merecéis por lo que hacéis. Pero, evidentemente, a los que me demuestran su apoyo les doy además mi agradecimiento emocionado y mi amistad.
Así las cosas, y dependiendo sólo de la colaboración caritativa de un puñado de locos como yo mismo, intentaré complicar lo menos posible la producción, pero desde aquí apelo a todos los que podáis echar una mano: ilustradores, diseñadores, compositores de planos, modeladores 3D, etalonadores, realizadores... Vuestra ayuda será bienvenida, y si queréis hacer de éste vuestro proyecto por ser, en mi opinión, más entretenido y productivo que dedicarse a hacer tutoriales y demos, tenéis mi mano tendida y mis orejas abiertas a sugerencias.
Si el precio que tengo que pagar por el trabajo gratis es ceder parcelas de creatividad, el pago no puede ser más dulce... y creédme (muchos me conocéis y ya lo sabéis): seré el mejor pagador.
Seguimos adelante. Con vuestra ayuda, nada nos puede detener.
Andrés
viernes, 14 de noviembre de 2008
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